Budaismo y eutanasia.
No es por mera coincidencia que la palabra
para eutanasia en japonés sea anrakushi, un término con un significado
budista. En la terminología budista, anrakukaku es otro nombre para la Tierra
Pura, el mundo del Bodhisattva Amida, al que esperan ir los japoneses
después de la muerte. El famoso libro Takasebune de Mari Ógai -un escritor de
novelas históricas, médico educado en Alemania trata específicamente del
anrakushi. Se trata de la historia de Yoshisuke, que mata a su hermano
menor enfermo, quien quiere morir pero carece de la fuerza para matarse.
La ley japonesa no penaliza el
suicidio, y la ley europea está empezando lentamente a seguir el modelo japonés
en este sentido. Sin embargo, la ley japonesa considera un crimen asistir a un
suicidio o alentarlo. En situaciones normales, no puede haber nada más sabio y
prudente que esto, pues la gente saludable debería ser alentada a vivir y hacer
lo más posible con sus vidas. Pero en las situaciones donde se exige songenshi
(muerte-con-dignidad), el hecho de que la persona esté enfrentando una muerte
inminente es lo que hace que sea moralmente aceptable asistirla en su suicidio,
en particular si el motivo es la compasión.
Hay japoneses que
sostienen que el pueblo japonés carece de la capacidad de tomar decisiones
independientes de los occidentales y que, por lo tanto, los doctores deberían
tomar las decisiones por sus pacientes. Ésta es una lógica equivocada. La razón
por la cual los pacientes no pueden hacer buenos juicios independientes es
porque los médicos les niegan la información y la libertad para hacerlo y no
porque carezcan de las capacidades mentales o de las características personales
para hacer juicios. La capacidad de los japoneses para asumir una responsabilidad
personal frente a decisiones importantes en tiempos de tensión, peligro o
angustia, se ha mostrado repetidas veces en los ejemplos históricos de esos
audaces reformadores budistas.
A fin de que el paciente pueda tomar una
decisión inteligente acerca de cuándo y cómo desea morir, necesita conocer los
hechos acerca de la naturaleza de su enfermedad, no sólo el nombre real de ésta,
sino las perspectivas realistas y las posibles consecuencias de todas las formas
disponibles de tratamiento. Esto significa renunciar al modelo paternalista que
sustenta la medicina japonesa actual y otorgarle al paciente la libertad
sustancial de decidir su propio caso.
Hoy
en día persiste una pregunta importante para los budistas: ¿cuáles son las
diferencias, si es que las hay, entre el suicidio y la eutanasia? Obviamente,
una diferencia sustancial es la de si la persona que recibe la eutanasia está
inconsciente. En este caso, salvo que él o ella hayan hecho previamente una
declaración de sus deseos mientras su voluntad permanecía viva, no tenemos forma
de saber si el paciente quiere genuinamente la eutanasia.
Por otra
parte, una vez que la conciencia se ha disociado permanentemente del cuerpo, el
Budismo no ve la razón de seguir nutriendo o estimulando el cuerpo, pues un
cuerpo privado de sus skandhas no es una persona. La Songenshi Kyokai de Japón
(Asociación para la Muerte con-Dignidad) ha hecho mucho por mejorar la capacidad
del hombre japonés para escoger el tiempo y la forma de morir.
Los médicos a quienes no les gusta la idea
de cortar la vida de una persona preferirían prolongar los procesos materiales
de la vida, sin preocuparse por la calidad mental de esa vida. Es aquí donde los
budistas están en desacuerdo con la medicina occidental materialista. Pero no es
necesario que exista conflicto entre el Budismo y la medicina. No hay razón para
atribuir al médico la "responsabilidad" de la muerte del paciente. El paciente, por su parte, tiene el derecho de
determinar su propia muerte.
En resumen, lo que importa a los budistas es si se le
concederá o no a la persona la responsabilidad por su propia vida y destino.
Toda la tradición budista, y en particular la del suicidio dentro de Japón,
plantea que la decisión personal en lo que respecta al tiempo y a la forma de
morir es de extrema importancia, y todo lo que hagan los otros para oscurecer la
mente del que está muriendo o para despojarlo de tal elección constituye una
violación de los principios budistas. Los budistas japoneses pueden respetar
esta decisión más que las culturas occidentales y conducir la bioética
humanitaria en una perspectiva diferente hacia la muerte dignificada.
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